miércoles, 28 de abril de 2010

Crónicas del Multiverso


Si habéis leído bien, la suerte no me ha acompañado demasiado con los dos últimos libros. Tampoco es que haya sido un fustigamiento de lector por alguna promesa. En algún momento mi mala suerte o mi empeño en llegar hasta el final de libros que no me gustan  ha de acabar. El problema es que dudo que será antes.

Crónicas del Multiverso es un libro que pedí a la facultad de informática. Además es de un autor español. Y de ciencia ficción. Teniendo en cuenta que este país se toma a los autores patrios de este genero tan en serio como a los dibujantes de viñetas, dejarlo a medias me hubiese parecido algo muy feo. Pero mal vamos cuando os aseguro que las 250 primeras páginas han pesado como mil.
No es un mal libro. No voy a disparar a ciegas contra una apuesta tan arriesgada como esta. Premio Minotauro 2010, algún que otro libro a sus espaldas. Víctor Conde no es un novato.
50.000 planetas forman una pequeña burbuja de microcosmos en el espacio. Esta está separada del resto del universo por casi la longitud de seis galaxias puestas en fila de NADA. Y cuando digo nada es nada. En el espacio siempre hay cosas, aunque sea educación, buenos modos o mala leche. Aquí ni eso. El problema de este libro es que pasan muchas cosas. Y montones de ellas son poco interesantes. Hay como seis líneas argumentales que convergen en tres. Desgraciadamente mientras se presenta lo que sucede, al final descubres que has perdido el gancho. Pongamos ejemplos:

Lina es una pirata espacial y tiene un cargamento en la bodega que ni ella sabe lo que es. Genial.
Los Ur son una raza súper bestia y comunal que tiene un plan para salir del Multiverso. Pues vale.
Jan Delvian aparece en medio de otro universo. De puta madre. Lo mencionan al principio, y cuando vuelven a sacarlo en el libro ni te acuerdas de quién es.
Norte es un ermitaño que va descubriendo artefactos que contienen el sentido del todo. Y encima son como las Esfinges. Plantean retos. Ptché.
Jules y Zhinz son un humano y un marsupial que van a por una nave en la que ha muerto todo el mundo. Y no pasa nada. La remolcan por el río. Yeha!
Mel tiene una cosa en la cabeza que le habla que se llama Gill. Qué encima Gill es lo que le separa de la locura, y se la implantaron. Y  hace que queme gente por los ojos y haga cosas y… ¡Oh! Espera. Esta parte mola. Por eso es la historia que más desaprovechan. Hay que mantener el nivel.

Como he dicho, el principio es duro de digerir. Cuesta. Al final todo tiene sentido. Se hace más ameno, pero le falta ese “noseque” (toneladas de noseque). Se quedan muchas preguntas interesantes sin responder. Hay montones de cabos sueltos.

Espero que no sea porque esperan continuarlo.

1 comentarios:

Luismi dijo...

Yo me quedé con la sensación, al final, de que esos "cabos sueltos" eran intencionados. Es decir, la tesis del libro es el misterio mismo de la realidad y del universo, que jamás terminan las preguntas en ese camino sin fin que es la existencia, a través de varios universos o varios planos.

SPOILER:
Supongo que te referirás al fragmento en el que Mel vuelve a estar en su apartamento con "los gatos de Schrodinger" y Agnes... yo creo que ese pasaje se referia a que en alguna de las infinitas realidades, Mel triunfaria y regresaría al dormitorio con su amada, que era lo único que buscó durante todo el libro... fíjate que es un canto al amor más allá de todo (y hay muchos más ejemplos al final del libro). O el epílogo de Yara... yo creo que era de libre interpretación.

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