domingo, 28 de marzo de 2010

La estrella más brillante (Marian Keyes)


Marian Keyes ha dido siempre mi autora favorita de "lectura rápida y fácil". Hace muchos años que la leo, ahora, que ya me he leído todos sus libros, tengo que esperar a que publique para poder disfrutar de ella.

Me he reído mucho con sus personajes (siempre femeninos), por lo real de sus características, de sus miedos, de sus deseos. Mujeres normales con vida caóticas como la de cualquiera. Con problemas gordos en su mayoría, pero que saben sortear, no sin antes darse de bruces varias veces.

Su último libro se llama "La estrella más brillante". Empecé a leérmelo deprisa, me lo bebí, como siempre. Los descansos en el trabajo para echar un piti los aprovechaba para leerme aunque fueran diez páginas, aunque este libro no es de mucho reír, me daba igual.

La trama era genial, los personajes bien definidos como siempre, diferentes, con distintos ánimos, pasados, personalidades, formas de hablar... No hace falta que los nombre, ya sabes a quién pertenece cada capítulo, terminas conociéndolos como a una persona con la que tratas a diario. Y sin embargo, con la misma puntería certera con la que borda todo el libro, llega al final y se lo folla de mala manera.

No haré spoilers, pero vaya final infantil, que ni en "Los cinco" de Enyd Blyton he leído semejante cierre. Inverosímil, cutre, impropio para un coco como el de Marian Keyes, decepcionante.

Se nos ha hecho mayor, nuestra Marian. Jo.

jueves, 25 de marzo de 2010

Una Luna, Martín Caparrós


El libro me ha parecido una crónica bestial que no esperaba cuando lo cogí al azar. Y no me he equivocado. Algunas páginas son tan crudas (Sierra Leona) que no se puede apartar la imaginación de lo que ocurre. Es un libro íntimo de viajes, en el que se desarman temas de actualidad muy incómodos.

Kishinau, Monrovia, Amsterdam, París, Barcelona, Madrid. Lusaka, Johannesburgo.

Martín Caparrós se mueve entre un mundo de primera y tercera con la ONU como pagadora de su billete. En cada destino, recapacita sobre esas barreras que hacen que los ricos sean tan iguales en todas las ciudades, pero los pobres tan diferentes. Viaja sin volver a ninguna parte, porque volver, lo que se dice volver, sólo ocurre cuando vas dirección a casa.
En cada destino recoge las vidas de sus entrevistados. Historias de migraciones. De pateras, de estrechos y desiertos. De vidas rotas. De salvajismos que no podemos entender porque parecen de otro siglo. De ser diferente. De llegar. De querer volver.

Entre restoranes y aeropuertos le acompaña la Luna. Todo cambia. Nada es fijo siquiera en el cielo.

Joder, tenéis que leerlo.

lunes, 15 de marzo de 2010

El fin del mundo, y un despiadado país de las Maravillas. De Haruki Murakami.

La razón de que los títulos de algunos libros de Murakami sean tan largos, es porque en japonés apenas ocupan unos kanjis. Y la pena de ello, es la cantidad de matices que pueden obtenerse del significado de los mismos.


A la mitad de la lectura del libro pensé en la sinopsis que tendría que escribir. Fue cuando me dí cuenta que los personajes no tenían nombre. Trescientas páginas. Diez personajes que ya podía distinguir entre si, y ningún nombre. Ninguno.


Los capítulos se alternan entre el Despiadado País de las Maravillas, una suerte de Tokio actual, y el Fin del Mundo, una ciudad amurallada dónde sus habitantes han de vivir sin sus sombras. Es un libro sobre recuerdos, sobre perder y recuperar cosas. Sobre la sensación de cómo el mundo cambia y como esos cambios dejan patentes los huecos que la rutina simula llenar.

Me encantan los personajes de la historia. Como juegan con lo cotidiano. Como la sola importancia de la elección de un sofá es importante. Lo lees, y lo entiendes. Es la maravilla por lo cotidiano. Hechos simples que al final, llevan un gran significado. 

Siempre que se habla de Murakami hay que meter al menos algunas de sus demoledoras frases:

"Una vez que has perdido una cosa, aunque esa cosa deje de existir, la sigues perdiendo eternamente. ¿Lo entiendes?"

Como curiosidad, dicen que este es el libro favorito del autor. Pese a su tardía publicación, es uno de los primeros que escribió. Espero que los que sigan a After Dark sean mejores que ese, y vuelva a su nivel habitual.

lunes, 1 de marzo de 2010

Los hombres que miraban fijamente a las cabras


Bob Wilton (Ewan McGregor) es un periodista fracasado. Decide ir a Irak, como reportero de guerra, a fin de causar alguna impresión a su novia. En cambio, conocerá a Lyn Cassady (Clooney), un guerrero Jedi inactivo, exmiembro de una iniciativa secreta del ejercito estadounidense para el control de la paz.

La película es genial. Habrá montones de modernitos que van a ponerla a caer de un burro (o de una cabra en este caso). Tiene la mala suerte de acompañar en cartelera estos días a la nominada "Up in the Air", también con Clooney , una película excelente en interpretación, pero que te deja un mal cuerpo que para qué, y joder, que el cine no es barato estos días.
En esta película los actores lo bordan cumpliendo su objetivo: mantenerte riendo sin sentirte tonto. Es probable que no llame la atención del sector más exquisito de la pantalla, pero ellos se lo pierden. En mi caso se me hizo corta. Quizás el final podía haber dado algo más de si, pero es solo una pequeña anotación.

Atentos a la coña de los guerreros jedis. El morbo de la gracia es que sea Ewan McGregor el receptor de la misma. No siempre se tiene a un ex-jedi de verdad para hacer coñas de los mismos. También lo de las cabras tiene su aquel. Verla cuando podáis.

El Arca de la Redención, de Alastair Reynolds.


Mientras más leo de este hombre, más pienso que es un genio. He cometido el razonable error de empezar de atrás adelante sus libros, con la salvedad de Espacio Revelación, elemento necesario para entender sus complejo universo.

Ahora todo lo leído en El desfiladero de Absolución tiene sentido. Los combinados, los humanos de base, los ultras, los hipercerdos..., Un ambicioso plan trasmitido a través del tiempo en pos de un universo en el cual los Inhibidores no hubiesen acabado con el ser humano (en cualquiera de sus formas). Y pese ya a ser este el cuarto libro que acabo de la saga, no dejo de encontrarme ese asombro de tecnologías tan lejanas que se asemejan a la magia por su distancia.
Tengo la extraña fascinación de esas teorías que rozan la física. Esos campos de investigación que a veces se sugieren, pero que aún no calan porque se necesita un relevo generacional para ser tomadas en serio. Reynolds expone esas ideas. Las imagina como un standard ya asumido y cotidiano. Se aventura a nuevos campos hasta nuevas fronteras físicas que han de inventarse a la fuerza Es Hard-Scifi en estado puro. Sus escenarios son tan detallados que nada impide que sea lo que nos reserva el futuro.

En este volumen se adentra en la estructura de los combinados. Seres humanos que han trascendido gracias a la nanoingenieria imbuida en ellos. Sus cerebros son más rápidos y constituyen una mente colmena en la que el individuo se desdibuja. El uso que hozó Ilia en Espacio Revelación de las Armas Caché, les pone en conocimiento de su posición, planeando recuperarlas ante la reciente amenaza de los Inhibidores. A varios años luz, Ilia y Khouri, contemplan como la amenaza que descubrieron con Sylveste ha despertado, y empiezan a urdir un plan de evacuación en la Nostalgia del Infinito, hay que salvar a toda la población de Resurgan. Clavain, un combinado que deserta de sus facción, tiene un plan en mente mucho más grande de lo que él mismo imagina. Todas estás lineas acabarán fusionándose en una.

Que narices, sé que nadie lee estas sinopsis. Pero Alastair Reynolds me está dando los mejores momentos como lector que recuerdo. Dadle una oportunidad.